ANVGD_cover-post-no-img

3/2008 – El texto de la intervención de Lucio Toth en el Quirinale con ocasión del 10 de febrero

l texto de la intervención de Lucio Toth en el Quirinale con ocasión del 10 de febrero
«Nuestro puesto en la historia de la nación italiana»
 
Publicamos a continuación el texto integro del discurso pronunciado el pasado 10 de febrero por el Vicepresidente de la Federación de las Asociaciones de los Desterrados y Presidente de la Asociación Nacional Venezia Giulia e Dalmazia, con ocasión de la solemne entrega en el Quirinale de las condecoraciones a los parientes de los enfoibados por parte del Jefe de Estado Giorgio Napolitano.

Señor Presidente, Autoridades, Señoras y señores,
animados por Sus palabras de hace un año, Señor Presidente, hemos querido buscar y profundizar las primeras razones de nuestra vicisitud de italianos del Adriático oriental.
Las palabras de un Jefe del Estado expresan la voluntad y el sentimiento de una entera nación y nosotros Le estamos agradecidos por el mensaje que ha querido lanzar a los italianos el 10 de Febrero del 2007, haciéndonos sentir, después de una larga “conjura del silencio”, cercanos al corazón de todo nuestro pueblo y a la historia del País que tanto hemos amado y que amamos.
Pero también nos hemos preguntado – como era nuestro deber – por qué este mensaje no se ha comprendido plenamente, tanto dentro como fuera de los confines de nuestra República.
La ley institucional del Día del Recuerdo habla del “más amplio contexto” en el cual se insieren los asuntos de los destrozos de las Foibe y del Éxodo de 350.000 istrianos, fiumanos y dalmatas italianos. Y sobre este “amplio contexto” hemos reflexionado durante el año pasado, con los estudiosos que nos están cerca.
Además no somos nosotros istrianos, dalmatas y fiumanos, el único pueblo que ha sufrido persecuciones, limpiezas étnicas, genocidios solamente a causa de la propia identidad nacional. Es justo por tanto confrontar nuestras vicisitudes a las de otras naciones, cercanas o lejanas de las orillas de nuestros mares.
Poniendo al mismo nivel sentimiento y razón, reflexión y pasión política, nos hemos dado cuenta de que a la raíz del drama vivido por nuestras tierras natales – donde durante siglos hemos convivido con coterráneos de lenguas diversas – hay causas intrínsecas y extrínsecas a nuestra posición geográfica y a la historia misma de Europa, causas próximas y causas remotas.
Es cierto que entre las causas próximas y extrínsecas estuvo el choque entre ideologías contrapuestas: nacionalistas en el transcurso del Ochocientos, socio-políticas en el transcurso del Novecientos, que han visto consumarse en pocos decenios el sueño de nuestros padres de verse reunidos en la Madre patria y el alejamiento de ésta de la tierra que nos había nutrido por generaciones.
La contradicción entre opuestas aspiraciones nacionales no podía no conducir a una tierra de frontera, como tal plural en sus componentes, a una inevitable contraposición entre quien quería que esta tierra perteneciese al Estado-Nación-Italia y quien al contrario quería que esa misma tierra, que sentía también suya, fuera incorporada a otro Estado.
El choque entre imperialismos contrapuestos, que estuvo al origen de la primera guerra mundial, y aquél entre ideologías opuestas – algunas totalitarias – que estuvo al origen de la segunda, no favoreció la comprensión recíproca, sino que la alejó, excavando un surco profundo de rencores y de reivindicaciones.
Lo que entonces no se podía entender, enredados todos por prejuicios de pretensiones de superioridad raciales o culturales, hoy, de ciudadanos adultos de una Europa unida, se puede y por tanto se debe entender. Pero están también las causas remotas, intrínsecas a la esencia misma de nuestra identidad de italianos del Adriático oriental, que se deben explorar y profundizar con espíritu sereno.

Las raíces liberales del irredentismo adriático
¿Quién puede reprocharnos a nosotros, desterrados de Istria, de Fiume y de Dalmazia el haber amado la nación italiana, el sentirnos parte de ella, el haber conservado nuestra lengua y nuestra cultura ante amenazas y presiones que ponían en peligro nuestra seguridad y nuestros bienes? ¿Y en definitiva nuestra propia vida?
Adentrándose en la investigación, sobretodo sobre el desarrollo de las ideas liberales y democráticas durante el siglo XIX, no se puede no constatar como hayan sido estas ideas el motor primero, la inspiración fundamental de la tutela de la tradición italiana en la península istriana y a lo largo de las costas e islas de Quarnero y de Dalmazia.
El autonomismo fue la columna central de esta cultura política, que tomaba acto realistamente y honestamente de la pluralidad lingüística de nuestras regiones y quería preservar las características como recursos vitales de las naciones que allí confluían, en lugar de tomarlas como motivo de odio y de conflicto.
Fue de la quiebra del autonomismo – por causas de política internacional que pasaban sobre nuestras cabezas – que surgió el irredentismo adriático, como el trentino. Pero en el interno de este movimiento el comportamiento predominante no era el de la cerrazón y la superación, sino un movimiento de revolución nacional que ponía en común a pueblos diversos. Las palabras y las acciones de Nicolò Tommaseo, de Antonio Baiamonti, de Carlo Combi, de Antonio Grossich y de los otros leaders del “partido italiano” de Istria, de Dalmazia y de Fiume están muy lejos de tendencias opresivas o sciovinistas. Igualmente lejanas las de Scipio Slataper o de Giani Stuparich.
Son estas raíces liberales las que explican por un lado la simpatía hacia nuestras aspiraciones de la parte más avanzada de la cultura italiana del tiempo, ya sea entre las filas republicanas que entre las católicas y socialistas; por el otro, el drama vivido por nuestros pueblos y por nuestras clases dirigentes al sobrevenir el régimen fascista, que mientras quería aparecer como herede del movimiento de resurgimiento, contradecía los presupuestos filosóficos y morales.
Pero yendo todavía más lejos se advierte una raíz más profunda de la presencia latina y veneta en aquellas tierras en los siglos de en medio y en la edad moderna. Estas raíces autóctonas son la consecuencia de una civilización jurídica celosamente custodiada en las instituciones representativas de nuestras ciudades libres, que trataban de conjugar las antiguas Libertates comunales con el modelo de las modernas democracias liberales.
La edad contemporánea no ha sabido preservar esta civilización empujando con fuerza nuestras vidas al torbellino de las exasperaciones ideológicas del Novecientos. De la barbarie del “siglo breve” han derivado para nosotros, como consecuencias últimas, la tragedia de las Foibe y el drama de nuestro Éxodo, bajo el empujón de una despiadada dictadura comunista.
¿Por qué no volver a los orígenes de estos ideales, en una Europa que busca la propia identidad y la propia unidad?
¿Por qué no sacar de nuestra experiencia dolorosa un proyecto de convivencia y de comunidad de fines entre todas las naciones que se asoman a nuestro Adriático?
Es esta la pregunta que nosotros dirigimos a quien todavía no quiere abrir el corazón y la mente al significado más alto y más auténtico del Día del Recuerdo. Y lo que nosotros, italianos de lstria, de Fiume y de Dalmazia pedimos es una vuelta a la razón y a la verdad: nuestro lugar en la historia de la nación italiana, en su cultura, en su progreso civil.
Los artistas, los músicos, los literatos de estas tierras han dado una contribución decisiva a la cultura italiana, haciendo diversas veces de trámite con las culturas de Europa central y oriental. No se trata solo de la literatura triestina del Novecientos, sino de una cadena de humanistas, de arquitectos, de hombres de ciencia que ha unido la tradición romano-bizantina de las tierras adriáticas orientales al Renacimiento y a la edad moderna y contemporánea. Una contribución que ha continuado hasta nuestros días en todos los sectores de la vida nacional, desde las actividades productivas hasta la pública administración, al deporte, al cine, al teatro.
Como es justo recordar también que en el proceso de unificación nacional participaron hombres y mujeres de Istria, de Fiume y de Dalmazia: en la política, en la diplomacia, en las guerras de independencia. Y otras vidas han dado a la nación los prófugos de entonces y sus hijos, caídos en los últimos decenios en las fuerzas armadas y en las fuerzas del orden al servicio de la República.
Y esta contribución pedimos que sea reconocida, por respeto de la historia. Y que en los libros de la escuela y en los libros de texto universitarios italianos los nombres de Pola, de Fiume, de Zara, de Pirano o de Rovigno no sean cancelados, sino que sean más bien un viático de hermandad entre los pueblos de las dos orillas adriáticas.
De los tres elementos constitutivos del Estado: pueblo, territorio, instituciones, la pérdida del segundo no comporta la cancelación de quien forma parte del primero. Como da confirmación el art. 51, segundo párrafo, de la Constitución.
Una proyección de esta herencia es también la aspiración de los desterrados giuliano-dalmatas de ver reconocidos sus derechos sobre los bienes adquiridos por los antepasados con su laboriosidad y que un régimen liberticida nos ha quitado, o de verlos resarcidos equitativamente por un Estado honesto, capaz de reconocer la propias obligaciones jurídicas y morales hacia una gente que ha dado todo a la nación.
Del mismo modo tienen derecho a una tutela valerosa nuestros connacionales que se han quedado en los territorios de origen, que han testimoniado y defendido su identidad en medio de tantas adversidades. Sobre ellos se invoca, comenzando por el bilingüismo, la “tutela de las diversidades de identidad” que es uno de los puntos cardinales de la integración europea, del que Italia ha estado entre los fundadores y del que la guía esta hoy confiada a la República de Eslovenia.
Al término de este recorrido de justicia se encontrará finalmente el puerto de reconciliación que es nuestra meta final. Éste es para nosotros, Señor Presidente, el verdadero sentido del Día del Recuerdo.

Lucio Toth
(traduzioni di Marta Cobian)

 

0 Condivisioni

Scopri i nostri Podcast

Scopri le storie dei grandi campioni Giuliano Dalmati e le relazioni politico-culturali tra l’Italia e gli Stati rivieraschi dell’Adriatico attraverso i nostri podcast.